Me llamo Silvia, soy de Barcelona y socia de la Federación AICE.
Con 9 meses, a causa de una medicación, empecé a perder capacidad auditiva que fue en aumento progresivamente hasta llegar a una pérdida de casi el 90/95% en cada oído, por lo que empecé a usar mis primeros audífonos a mis trece años.
A los 54 años, decidí iniciar el proceso para someterme a un implante coclear. En noviembre del 2012 y tras dos años en lista de espera, me sometí a la cirugía en el Hospital de Sant Pau de Barcelona. Fue el inicio de una aventura que me iba a traer muchas cosas buenas y algunas malas.
Entre las buenas, que son las más, era empezar a oír de otra manera: descubrí sonidos que nunca había oído, entendía las palabras sin mirar a los labios de quien hablaba y dejé atrás años cargados de frustración por mi incapacidad auditiva. Los audífonos me servían de ayuda para comunicarme, otra ayuda era mi lectura labial y la habilidad de “inventarme” las partes que no entendía en una conversación, en el colegio, en el trabajo, en mi vida social, etc. Todo esto requería un esfuerzo que, con los años, llegó a ser extenuante.
El resultado de la intervención y activación de mi implante coclear fue bueno, muy bueno en comparación a mis años de usuaria de audífonos, menos bueno si pensamos que solo oigo por un oído, ya que, en Catalunya, con los adultos, solo se implanta un oído, creo que ahora se ha conseguido el bi-implante en niños y para el colectivo de sordo-ciegos. Pero quiero escribir solo de lo que sé en primera persona, en mi caso no tengo opción de que en la Seguridad Social, a día de hoy, me implanten el otro oído, por ello, mi audición es “mono”; pero bienvenida esta audición que cambió mi vida en todos los aspectos.
Siempre explico que esta discapacidad, al no ser visible, creo que no se le da el valor real que tiene, lo que comporta una vida sin oír bien, tanto en el aspecto familiar, sentimental, profesional, social… Las personas con discapacidad auditiva, tienden a reducir su vida social, el esfuerzo de escuchar es agotador y estoy segura de que afecta a la salud en muchas pequeñas cosas. No es bueno vivir con esta presión y este sobre-esfuerzo diariamente, siempre alerta y en tensión.