Nicolás, Nico para los amigos, socio 1470, es usuario de implante coclear desde los 7 años, diseñador gráfico y hablante de cuatro idiomas. Pero fueron muchas las pruebas que tuvo que pasar antes para llegar a este logro; incluso para saber de su diversidad sensorial desde que nació. En estas líneas nos comparte con generosidad su vivencia.
Nací un 13 de septiembre de hace 28 años en un pequeño pueblo del norte de Italia, Cuorgnè. Allí vivían mis padres, él argentino y ella italiana, hasta que cumplí un año. Todo parecía normal en ese momento y nos mudamos a Bogotá por el trabajo de mi madre. Es sabido por todos que las ciudades latinoamericanas son grandes urbes en las que reina el ruido. Un mes después de llegar, mi padre, que pasaba mucho tiempo conmigo, se dio cuenta de que yo parecía ser el único bebé de la ciudad que no lloraba por este ruido. Él convenció a mi madre para que me realizara una prueba ya que descubrieron que tras encender un altavoz de forma brusca yo ni siquiera cerraba los ojos. Desde ese momento hasta saber que era sordo profundo pasaron varias pruebas.
Mi madre se lo comentó a unas amigas suyas, aunque ellas ya se habían dado cuenta. Una de ellas casualmente tenía una prima logopeda y cuando vino a casa corroboró que algo no funcionaba. Poco tiempo después me hicieron una prueba llamada ‘Potencial evocado’ en la que me sedaron y pusieron electrodos para registrar lo que ocurre en mi cerebro cuando hay ruido. Tras esta prueba no había ninguna duda de mi sordera.
Una conocida que tenía una hija también sorda ayudó mucho a mis padres y les comentó todas las posibilidades que tenían para mi educación. Podía aprender a comu- nicarme a través de la lengua de signos, a través de una modalidad mixta (signos y palabras) o con la reeducación verbal/auditiva para prepararme para el implante coclear. Por medio de esta señora mis padres también se pusieron en contacto con la John Tracy Clinic de Los Ángeles, que les enviaba una revista para que me estimularan verbalmente al máximo.