Para Araceli, socia 4045, los problemas auditivos comenzaron cuando tenía 5 años, a consecuencia de unas inyecciones. Estuvo durante años usando audífono, hasta que la detección de unos acúfenos la llevaron a tomar la decisión de implantarse. Aquí nos cuenta su historia de lucha, superación, de cambios positivos; y su alegría por la vida.
Mi nombre es Araceli Puertas y tengo 48 años. Soy peón de fábrica, estoy casada; soy madre de una hija y soy portadora de un implante coclear en el oído derecho. En fin, mi vida es como la de muchas personas que trabajan dentro y fuera del hogar.
Nací oyendo bien, sin problemas auditivos. Todo comenzó cuando tenía aproximadamente 5 años: al sentirme mal avisaron al médico, bueno, en aquella época se avisaba al practicante. El practicante vino a casa a visitarme, no sabía muy bien qué me pasaba y me puso unas inyecciones que debieron ser fuertes porque al día siguiente estaba saltando de la cama como si nada.
Todo transcurría con normalidad: iba al colegio, jugaba con mis amigos y nadie se había dado cuenta de mi problema, hasta que la profesora de 1º de E.G.B. le comentó a mis padres: yo nunca tenía deberes, cuando en realidad no era así. Todos los otorrinos que visitamos me decían lo mismo, que en esos momentos no había solución para la pérdida de audición, siendo total en el oído izquierdo, como consecuenciade aquellas inyecciones, pero que la ciencia avanza rápido y, con el transcurso del tiempo, seguramente me podrían operar. Mientras tanto, estuve utilizando audífono en el oído derecho y asistiendo durante años a algunos centros audiológicos, donde me atendieron muy bien y me aconsejaban de todo lo que necesitaba. Agradezco personalmente el trato recibido a Ma José Carrera, que fue mi audioprotesista hasta 2016, cuando me colocaron el implante coclear.
Nunca había oído hablar del implante coclear, hasta que en el año 2012 comencé a sentir unos ruidos en los oídos. Recuerdo que pregunté a una compañera en el trabajo: ¿De dónde viene ese ruido? Y ella me contestó que no había ningún ruido. Fue entonces cuando decidí ir al otorrino inmediatamente para averiguar el origen de ese fuerte ruido. Me hicieron pruebas para descartar que fuera un tumor. Transcurridos un par de meses me dieron los resultados y me dijeron que eran acúfenos. Así estuve 4 años, hasta que el sustituto del anterior otorrino, que se jubiló, me habló del implante coclear como una de las soluciones a mi problema o, en caso contrario, quedarme totalmente sorda en unos pocos años, pues a consecuencia de los acúfenos había perdido mucha audición, aparte de que no dormía bien, ni comía bien, y en el trabajo me iba muy mal y no paraba de llorar.