Ser implantado y bombero
- Última actualización el Jueves, 01 Julio 2021 09:12
- Escrito por Revista Integración núm 97. Enero 2021
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A Martí, socio 4118, 60 años, recientemente la Generalitat de Cataluña le ha concedido un reconocimiento por sus años como bombero voluntario, y automáticamente le han pasado a la sección de veteranos. Nos escribió porque quería compartir su experiencia para ayudar a otras personas que están en una situación similar a la suya. Aquí está su historia.
Sus problemas de audición empezaron en el oído derecho, a los 24 años. Fue diagnosticado de Síndrome de Ménière, con una pérdida auditiva del 80%, acúfenos notables, y episodios de vértigos e inestabilidad estacional, sobre todo en otoño y primavera, unos 606 episodios anuales. A los 54 años tuvo pérdida total de audición, sordera súbita, en el oído izquierdo, con acúfenos muy fuertes, vértigo e inestabilidad constante. Estuvo 9 días ingresado con tratamiento de cortisona, pasó por 3 sesiones con punción de cortisona intratimpánica, 30 sesiones en la cámara hiperbárica en el Hospital Moisès Broggi y…sin recuperación, ni de la audición ni de los acúfenos, vértigo e inestabilidad.
Su proceso de implantación fue lento, ya que al tener un pequeño resto auditivo en el oído derecho, tuvo que pasar por varias pruebas médicas para ser candidato al implante coclear. Una vez entró en la lista, pasó aproximadamente un año y medio hasta la operación.
“No oír fue complicado, agobiante y extraño; era como estar en un sueño en el que ni puedes comunicarte ni se pueden comunicar con uno. Sobre todo los primeros meses, te pasan pensamientos extraños, no lo aceptas en un principio, tienes mal humor, luego te aíslas de todo, después buscas soluciones y respuestas.
Para la familia fue difícil también, lo sufrieron bastante, ya que veían mi disconformidad y mi negación a lo que pasó.
Sin embargo, gracias a ellos los primeros meses lo pude sobrellevar; sin ellos hubiera sido imposible.”
Con la pérdida total de la audición en oído izquierdo, una de las opciones fue ponerse un audífono en oído derecho. Al tener acúfenos, regular el audífono costó bastante. Hasta que finalmente llegó el implante coclear.
“Cuando activaron el implante coclear fue un día que recordaré siempre más; recuerdo que los ruidos eran como robóticos o mecánicos, diferentes. Me dejaron tres programas para que me fuera adaptando. Al salir del hospital, la cabeza me retumbaba y recuerdo que llovía, al subir al coche las gotas de agua que golpeaban el techo del vehículo sonaban a algo que no sabía lo que era, tuve que sacarme el implante. Hay una gran diferencia entre lo que se escucha por el audífono y lo que se escucha por el implante, ha sido uno de los problemas más acusados para poder entender o saber qué se escucha.
En mi caso la comprensión de las voces, o identificar el ruido de lo que me rodea, me cuesta por la cercanía o lo lejos que está el origen del sonido, o si es por el lado derecho o por el izquierdo, o lo grave o aguda que sea la fuente del sonido.”
En cuanto a su proceso de audición y comunicación, Martí cuenta que se apoya en la lectura labial, pero insiste: “Soy de los que piensan que no es lo mismo oír que escuchar o entender. Oír y entender a los de mi familia fue una inyec- ción de ánimo muy grande cuando después de la activación del implante y de varias sesiones de rehabilitación, comencé a entender, pocas, pero alguna palabra de las que denomino voces familiares o amigas. Si me hablan de uno en uno y sé de qué va la conversación consigo llegar a entender bastante, siempre en el ámbito de casa, ellos entienden que si les hago repetir varias veces lo que dicen, lo repiten; esto es difícil fuera del hogar.
Lo que más me cuesta oír, entender o escuchar, son las voces nuevas, o que hablen rápido, voces muy graves, personas con barba o bigote, si hay algún ruido de fondo o hablan más de dos personas a la vez, me quedo en blanco.” Martí era encargado de obras: “Debido a las secuelas que me han quedado, aparte de la pérdida de audición, el vértigo y la inestabilidad constante, me han dado una discapacidad total para mi trabajo habi- tual.
Actualmente no hago ningún tipo de trabajo, ya que en los días de cambios de presión atmosférica, como días lluviosos o de viento, me aumentan los síntomas de vértigo y sobre todo la inestabilidad. No puedo hacer planes de hoy para mañana ya que no sé cómo estaré cuando me despierte al día siguiente, situaciones como subir al coche y hacer varios kilómetros, me provocan mareo y tengo que volver.” Antes de perder su audición en el oído izquierdo formaba parte del cuerpo de bomberos como voluntario. “Al tener uno de los oídos perfectamente no me comportó ninguna dificultad para realizar los servicios que salían, a lo sumo alguna vez me tenían que repetir alguna comunicación, pero en general lo llevé bastante bien.”
Al quedarse sin audición en el oído izquierdo, y solo contar con el resto auditivo en el derecho, era imposible realizar la tarea de bombero voluntario: “así que solicité el paso de la Sección Activa del Cuerpo de Bomberos Voluntarios, que son los que hacen los servicios de emergencia y están en el parque atentos a lo que pueda ocurrir, a la Sección de Veteranos del Cuerpo de Bomberos Voluntarios, que es una sección que está en proceso de configuración actualmente.” En el Cuerpo de Bomberos de Cataluña, está reglamentado que a los 20 años de servicio entregan la medalla de bronce, donde se reconoce precisamente este servicio prestado a la comunidad.
“A los 25 años de servicio, te entregan la medalla de plata, también en reconocimiento a los años de permanencia en él, así que ya tengo la de bronce y la de plata, y el tema sigue, a los 35 años de permanencia en el Cuerpo, entregan la de oro.
Me notificaron desde la Generalitat de Cataluña la entrega del reconocimiento un mes antes de la fecha. La verdad es que tenía dudas en ir a recogerla, ya que la afluencia de gente en estos actos es grande y el grado de ruido, la multitud que habla y el hecho en sí, me provocaban cierta inquietud y tampoco sabía, el día de la entrega, cómo estaría yo. Pero la familia me convenció y al final fui.
Fue emotivo, había bomberos que no veía desde hacía tiempo, me costó hablar o tener una conversación con ellos, al final mi esposa hizo de traductora y pudimos salir adelante. Al compañero bombero que tenía al lado, una vez situados en la sala de actos donde entregaban los reconocimientos, le comenté mi situación, le dije: “Oye soy una persona que casi no oye nada, me llamo Martí Pastells, cuando digan mi nombre por el altavoz, dame un codazo, que subiré a buscar la medalla’. Como no podía ser de otra manera el hombre entendió mi situación y cuando el conductor del acto dijo mi nombre, recibí un codazo, con cariño, y subí arriba del escenario.”
Martí es activo en las redes sociales, y cuando hay alguien que pregunta o busca una respuesta, comparte su experiencia de todo el proceso, “y creo pensar que he ayudado a alguien.” Nos comenta a modo de despedida, lo difícil y doloroso que fue tan de golpe tener que cesar todas sus actividades y forma de relacionarse. Sin embargo, con los años y el respaldo familiar, e incluso la ayuda de un buen profesional de la psiquiatría, se sigue adelante.
“Siempre hay otras opciones para continuar con la vida, es necesario buscarlas y hacer una relación de lo que se puede hacer dentro de las posibilidades que se tienen. En mi caso he vuelto a aficiones que tenía olvidadas o dejado de lado, como la acuariofilia, la numismática; o cuando puedo y me acompaña alguien, caminar.”