Disfrutando del Sonido
- Última actualización el Viernes, 12 Febrero 2021 23:44
- Escrito por Revista Integración núm 93. Enero 2020
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Paqui, socia 3659, de Valencia, tiene 61 años. Fue implantada en el 2012. Lleva un implante coclear en el oído izquierdo y un audífono en el derecho; estos hacen que se sienta como una persona oyente, después de años de sufrir aislamiento auditivo. Además puede decir que uno de sus sueños ya se ha hecho realidad, gozar de la música en un concierto especial.
Para Paqui el implante coclear ha sido y es, desde que se implantó en 2012, lograr una calidad de vida y autonomía que por muchos años no tuvo. Es, en sus palabras, “hacer una vida totalmente normal”. Porque antes oía, pero no entendía lo que decían.
Conoció a AICCV a través del cirujano que la operó. Fue en la revisión del primer año de implantada. Le sugirió que a través de la asociación podría tener relación con personas que tenían su misma problemática, compartir experiencias, estar más al día de las novedades y mejoras… Se hizo socia y está muy contenta con la red de apoyo, la información que se brinda y las distintas actividades que se organizan para visibilizar, empoderar, formarse o disfrutar de la cultura accesible. A través de estas líneas nos comparte su experiencia y aporta su colaboración.
Paqui nació oyente. Sin embargo, alrededor de los 16 años empezó a hacerse evidente que su audición era decitaria. El origen de su sordera es la otoesclerosis, una patología genética que, de hecho, ha afectado a varios de sus familiares. Hacia los 22 años pasó por quirófano, pero en la operación se vio afectado el nervio auditivo. Ella lo recuerda como algo “terrible”. Después, se operó del oído derecho y ahí ya quedó bien. Al tratarse de una enfermedad progresiva, con los años, la pérdida auditiva inevitable fue en aumento.
Su audífono e implante coclear la hacen sentirse como una persona sin problemas auditivos por lo que pide a las personas oyentes que le hablen de manera natural. Precisamente estas ayudas auditivas le permiten oír y entenderlo todo, en su caso, así que no necesita que los demás se esfuercen en demasía. Y aclara: “Es que tenemos una discapacidad que no se ve a primera vista, y en un mundo con prisas, a veces te dicen: ¿No me oyes? ¿Eres sorda? Y cuando les dices que sí, normalmente se quedan cortadas y en algunos casos tardan un poquito en reaccionar.”
Para ella, el implante coclear supone “un cambio total en el día a día, ya que me permite prácticamente una integración total en las distintas actividades de las rutinas diarias. Antes del implante empecé a dejar de hacer algunas cosas y ahora no tengo ‘techo de cristal’.”
El implante coclear le ha abierto un mundo al que por muchos años no pudo acceder. El no escuchar le supuso aislarse, no iniciar conversaciones, no ir al cine para no tener que preguntar a su acompañante constantemente sobre qué habían dicho... Para Paqui el mundo del silencio es “triste”, aunque pueda contar anécdotas que con la perspectiva y el poso del tiempo puedan resultar cómicas, el silencio es no formar parte de; es dependencia porque otras personas deben mediar por ella en una realidad que en el silencio se vive diferida, a veces incluso aparte.
“A pesar de utilizar audífonos no conseguía oír bien. En el oído implantado prácticamente no oía nada ni con el audífono, con lo cual era bastante complicado. Ahora disfruto de la música, el cine, el teatro, podemos quedar con amigos para ir donde sea, pues tengo una audición casi normal. Sin el implante coclear me faltaban muchas posibilidades.”
Uno de sus sueños era ir a ver un gran concierto de música clásica. Gracias a sus ayudas auditivas hace dos años se animó y estuvo en el concierto Año Nuevo de Viena. “Y lo más impresionante fue que escuché todos los sonidos perfectamente.
Escuchaba incluso los instrumentos más bajitos.” “La música forma parte de la vida, ¿no? La música clásica entró a formar parte de mi vida de la mano de mi marido, hace 20 años. Él cuando se levanta pone un CD de música clásica, ópera… y, claro, empecé a ponerme los CD en el discman para escucharla con los cascos, pero, de todas formas, nada comparable a como la escucho ahora.”
La ación por la música le ha ayudado también a tener una mejor discriminación auditiva. “Después de hacerme el implante coclear he oído sonidos que no había escuchado nunca, ahora puedo escuchar y reconocer hasta los sonidos más sutiles, graves o agudos… ¡es que oigo!”
La música incluso es una forma de relajación: “Claro que sí, para mí es fundamental. Mira, una tarde escuchando un concierto es una relajación total; o en casa con música de fondo y haciendo bolillos que también tiene su puntito de encanto oírlos sonar con los movimientos… ratito relajado y feliz”.
Ante la pregunta sobre qué podría hacerse para conseguir la igualdad de oportunidades, Paqui considera que es algo difícil. Pone el foco en los más pequeños, apuesta a futuro: “Para conseguir una igualdad, en el mundo debería de estar todo adaptado, cosa que siendo realistas no es nada fácil. Con lo cual quizás deberían de adaptar a las personas que sufrimos esta discapacidad lo antes posible, para tener una integración lo antes posible. Mira, cuando estoy en la sala de espera del Hospital La Fe, que es donde me intervinieron, y veo a niños muy pequeños ya implantados, algunos de los dos oídos, tan pequeñitos y jando toda su atención, mirando jamente a quien les habla y contestando…” Para Paqui, la igualdad sería un sueño que sí podría hacerse realidad para los niños y niñas, con la detección precoz y atención temprana y las inmensas ganas de aprehenderlo todo de los pequeños: “Cada vez que lo rememoro me saltan las lágrimas de emoción, ¡se les está dando tanta vida!”
“A mí me implantaron con 53 y he descubierto tantas cosas… La operación fue desde el principio muy bien. Cuando coincido con alguien con ese problema siempre les digo que consulten con un otorrino: si él considera oportuno, les hacen las pruebas y tienen la posibilidad, que no lo duden. Es lo mejor que les puede pasar a nivel auditivo, claro. El implante nos da una calidad auditiva que hasta que no lo experimentas no lo puedes imaginar, es para vivirlo.” Especialmente vivirlo después de los 60 años, que es cuando se tiene el tiempo para disfrutar del sonido.